y como termina la tarde para siempre.
Se rasgan las viejas cortinas de tul en el cielo
y a la ventana van las nubes turgentes.
Apenas el aire de siempre oscila allá afuera
y mueven alambres de espera.
Miro intenso el espejo inmenso y muy quieto.
¿Dónde vas, hijo? Pregunta sin ruido.
Y abre las hojas en las que nunca ha vivido.
Y están vacías.
¡Madre!
¿Madre, se irán las nubes?
¿Dónde vas, hijo? ¿A dónde vas? Pregunta sin ruido.
Y en sus manos se enreda
la tarde caliente.
Yo miro las nubes
y como termina la tarde de siempre.
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