Quiero ver los cuartos que me conocieron en la cuna
a los de largas sombras.
Sé que ninguno de ellos guarda el recuerdo exacto
del preciso niño que yo era.
A ellos les basta el ropero
y sus desiertos cajones,
su olor a madera todavía
y la puerta cerrada con murmullo artero.
Por lo general,
uno es ajeno a sus rincones,
a sus secretos
al desfile de sus tablas
y a sus noches con fiebre y ogros.
Algo parecido a rancios juegos
guardan los cuartos con fulgores de otra edad
cuando se cierran para siempre
Pero me complacen
sin abrir ninguna puerta.
Saben que me marcho
a otra casa por llorar.
Pero me complacen
sin abrir ninguna puerta.
Saben que me marcho
a otra casa por llorar.
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