Aquel día apareció por mi puerta
abrumado con sus maletas muertas.
Se tumbó y me dijo:
“...La vida misma mide un centímetro.
Uno carente de eminencias a lo más como poeta
pide permiso para sonreír en los domingos
poniendo dobles intenciones el doblez de mis rodillas.
No lo soporto.
Y te expulsaré a patadas
porque deseo tu dormitorio
tu ideología y tus tajadas...”
Al bajar la maleta al suelo
le clavé el puñal en el cuello.
Y ahora estamos de duelo.
El viento sopla sobre las moscas
jugando en mi dormitorio
con las jaculatorias toscas
de este histórico velorio.
abrumado con sus maletas muertas.
Se tumbó y me dijo:
“...La vida misma mide un centímetro.
Uno carente de eminencias a lo más como poeta
pide permiso para sonreír en los domingos
poniendo dobles intenciones el doblez de mis rodillas.
No lo soporto.
Y te expulsaré a patadas
porque deseo tu dormitorio
tu ideología y tus tajadas...”
Al bajar la maleta al suelo
le clavé el puñal en el cuello.
Y ahora estamos de duelo.
El viento sopla sobre las moscas
jugando en mi dormitorio
con las jaculatorias toscas
de este histórico velorio.
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